viernes, 11 de julio de 2008

Jugando...


Juego a ser ella todos los días después de las 9, siempre con frío, a veces un poco antes, solo cuando la ocasión lo requiere, claro está.
Guardo sus ojos y su peinado en una bolsa junto a la cama que siempre resulta mas fría y desatendida que el día anterior, gracias a mi habilidad a desordenarlo todo (incluso ahí), y su alma en el bolsillo pequeño de un canguro azul, junto a un poco de marihuana, que nunca será mala del todo, ni para ella, ni para mi.
Me envuelvo de frío llegando las 5 de la tarde, y a las 7 de la noche quizá hasta me den ganas de vomitar. Al llegar las 9 , reduzco mi cerebro al tamaño de una nuez e intento conocer las canciones de moda y celebrar los chistes retartados acompañados con aplausos escandalosos y risas sonoras, ademanes desatinados y bocas abiertas enérgicamente, bocas a las que, sin ser dentista de profesión, puedo llegar a pronosticar días enteros sin roce ni fuerte ni leve del cepillo y la pasta dental, deberé pedirles que cierren la boca cuando estén frente mío, y permitir que me cojan un poco mas que la cintura, recordando con casi desesperada alegría que existen las duchas calientes, que el jabón de tocador siempre será barato y que al día siguiente podré ducharme todo lo que sea necesario y lo que el interminable frío y mi indecencia me permitan durar.
Olvido las reglas del juego por un momento, y me pierdo absorta, casi jocosamente, llevaba por esa “alma periodista” que algunos solemos tener, por sus movimientos toscos y ridículos. “Quizá en este pueblo tener ritmo no sea una condición humana” – pienso sin muecas en el rostro- “Quizá su madre nunca les cantó una canción de cuna antes de dormir” o quizá, y solo quizá, no les interesa en lo mas mínimo el quedar bien ante los espectadores mediante el baile, si todos al unísono saben que esa noche son dueños del mundo, de ese mundo comprimido en esa habitación decorada con la chimenea encantadora que nunca prende a pesar del frío, que son dueños de todo lo que hay dentro de él, incluyendo a mi.
De pronto alguien me despierta del letargo con un leve apretón en el brazo, es alguien que desea averiguar las dos principales cosas sobre mi esa noche: mi nombre ( tema secundario para los dos pero elemental para iniciar una conversación), y si esa noche podré “acompañarlo“ para “divertirnos” un rato ( tema principal para los dos y primario para iniciar una transacción) siempre en plural claro, porque somos dos, y porque no importa si yo no me divierto, si detesto su olor a trabajo de todo el día, si odio como ríe mientras aplaude estruendosamente con las manos para terminar de celebrar la gracia ( y lo repito porque, cabe resaltar que detesto ese ademán), que como siempre le hace gracia a todos menos a mi.
“Como te llamas?”- pregunta y, como siempre, por un par de segundos me quedo en el hilo de la nada hasta que logro recordar el juego y soltar sin mirar a los ojos ( siempre): "Natalia, me llamo Natalia", él me dice su nombre, el que realmente a la media hora no logro recordar, cosa que por primera vez deja de apenarme, empiezo a agradecer mis dependencias, esas que hicieron de mi memoria un hilo en el que no todos pueden pendular, entonces nos sentamos en alguna mesa, para que quizá me de una palmadita en la pierna “para romper el hielo” o pase su brazo torpe sobre mi hombro, justificando que hace mucho frío, y que es mas que seguro que necesito un brazo grande, masculino y fuerte para aplacar esa tortura nocturna que la naturaleza nos dispara.
Aquí no importan los bostezos, las miradas hacia otro lado o la mano que retiene el acercamiento mas de una vez, todo es parte del encuentro, quizá me vaya a dormir temprano esa noche, quizá tenga que soportar que tome incansablemente, mientras que para mi también mala suerte olvida por un par de horas que lo único que quiere conmigo es un revolcón y empieza a recordar que sus días son llenos de soledad, que hace 15 años una mujer con los ojos mas lindos del mundo y el corazón mas duro del mismo lo dejó para no volver a enamorarse jamás, quizá llore mientras yo debo esperar instrucciones del superior para dejarlo cuando pase de ser cliente apto- para- sacarle- dinero, a cliente no apto – inservible-sin dinero.
Igual el juego aun no termina, quizá mañana alguien te quiera hombre cuyo nombre no recuerdo, quizá mañana tengas mejor suerte y yo también, mientras tanto podré salir tranquila a ducharme todas las horas que mi desparpajo lo permita en los baños que alquilo para tener privacidad y agua caliente, pues si nos encontramos por la calle probablemente no lo recuerdes, y si es así y llegas a gritar mi nombre, quizá en lugar de no voltear, como es seguro sucederá, por educación y consideración deberé decirte que ahorres las letras de mi nombre falso por ahora, que voltearé inconscientemente después de las nueve y quizá me vuelva a reír contigo y de ti, que por ahora no me sirves, que el libro lo escribo en las mañanas después de la ducha, es cierto, pero que por ahora me bastas, que quizá mas tarde hagas alguna nueva “gracia” que me haga pensar en ti largos minutos al día siguiente, deseando ( claro está denuevo) no volver a verte jamás.