lunes, 14 de julio de 2008

Natalia denuevo


No hubo espacio para otro fin de semana por meses sin calma, sin bulla, sin gente chocándose como átomos enloquecidos, sin alcohol alterando el mundo, siempre de mejor manera (al menos para mí).
¿Por qué apareciste justo ahí Natalia?, justo en ése momento, entre las burbujas y el humo de aquella casa repleta, un sábado por la noche, esa que alquilé para adquirir la felicidad por menos de un día, pero cómo iba a encontrarla si estabas ahí?, ¿Acaso no pensaste en eso? ¿Acaso no pensaste un poco en mi, y en las ganas de no tenerte nunca para evitar volverme un poco mas loco denuevo?.
Por primera vez mi cuerpo prescindió del humo y los alucinógenos para contemplar lo que creía incontemplable en el estado natural de la vida, y todo gracias a ti Natalia, que me rescataste de mi mundo sucio e irreal aunque sea unos días, que resultan pocos pero suficientes para toda una eternidad; entonces podré decir que viví unos días, y desecharé de mi mente ese absurdo chance que pensaba proponerle a Dios cuando estuviera en las puertas de quien sabe donde, y en realidad con quien sabe quien, para regresar a vivir a la tierra porque solo eso me faltó en la vida.
Pero Natalia me hizo desistir de esa idea, entre otras, samaqueó mi cama, vació mis cajones, compró cortinas claras, decidió que por primera vez me alimentara de comida, que bebiera agua y realidad (como mínimo tres litros al día), y que ahorrara el dinero del alquiler de aquella casa de los fines de semana para ser feliz, y lo usara para nuestra felicidad de dos, porque esa casa no tenia que alquilarla y a ella tampoco.
Y yo solo la miraba, quería seguirla a todos los lugares a donde iba, quería padecer de insomnio para no desperdiciar un solo momento de la noche durmiendo cuando podía contemplarla, y Natalia, siempre tan despeinada, tan ordenada; ella peinaba con eterna dulzura mis cabellos enredados y mi vida mas enredada aun, ordenaba mi casa, mi armario, mi agenda, mi calendario colgado en la cocina de hace 2 años atrás, y mi vida, mas desordenada aún, mas desordenada que mi cabello. Aún.
Pero Natalia siempre andaba apurada, siempre perfecta y ordenada, siempre andaba muy normal, quizá por eso ya no me quiso, mi imperfección poco apurada, mi desorden y mi anormalidad habitual terminaron por ahuyentarla un día, quise excusarla de mil maneras; quizá se le perdió el peine y le dio vergüenza aquella irresponsabilidad tan poco apropiada de su parte, quizá no encontró las cortinas cremas y baratas que buscaba ese día en el centro comercial, quizá recibió una carta urgente de alguien que decía: “inmediatamente” , entonces en ese inmediatamente tan forzoso no pudo haber tiempo para despertarme y lamentar la vida un rato como solíamos hacerlo siempre con un largo abrazo, quise cogerme de la ultima opción que se veía un poco mas apropiada para el perfil de Natalia; se sintió apenada de no poder cumplir con uno de nuestros rituales de corta despedida y desazón por los acontecimientos tan egoístas e independientes de la vida que nos arrastraban como títeres, y se fue mas triste. Aún denuevo.
Pero no hay que ser demasiado listo o normal para entender que si después de un mes y medio alguien no vuelve y tampoco escribe, tomando en cuenta que conocía tu dirección mas que tu mismo, no volvería mas, pero como yo no soy ni demasiado listo, ni demasiado normal me tardé 3 meses en entenderlo. Al segundo mes encontré el peine en uno de mis cajones, a los dos meses y medio todavía tenía la jarra de tres litros de realidad, mas no de agua, absolutamente llena; a los dos meses recordé aquel lugarcito al sur de la ciudad que alquilaba con el dinero de mi comida y mi bebida (realidad) para ser feliz un rato y decidí ir, pero no pude ser feliz por alguna extraña y aun desconocida razón, me dispuse volver temprano a casa pero recordé que Natalia no estaba dentro de la felicidad de dos que compramos para decorar la casa en lugar de la felicidad de muchos en ese lugarcillo .
Lo que no supe nunca es que Natalia prefería ser feliz en colectividad; ella intentó curarme, reacomodar mi casa, mi vida, mi cabello, porque era mucho mas fácil hacerlo con uno que con muchos a la vez, y porque en realidad me quería, y solo eso.
No tuvo que decirme nada cuando la vi, las luces parecían traslucirla desconocida, en un compás absolutamente desafinado con su cuerpo, pagando su alquiler para ser feliz por unas horas, no tuvo que decirme donde había dejado el peine y quien le había mandado esa carta con el “inmediatamente” que no existía; solo quería preguntarle a donde iba siempre tan apurada, como si le faltara algo mas que hacer, quería preguntarle si no le dolía la cara de tanto que la había mirado por las noches de forzoso insomnio, quería preguntarle si eran 3 o 4 litros al día, quería que me anotara en una servilleta la dirección del lugar donde compró la felicidad para dos y las cortinas baratas; pero ella me miró como si hubiese cumplido con conocerme, me miró sin pena ni vergüenza, me miró como un rompecabezas ya armado, me miró como libro terminado y entendido, me miró como examen del mismo libro aprobado con la mayor calificación, y yo no pude decirle nada, desapareció tras el humo, por la puerta, acompañada de un chico encorvado y ojeroso, no tuve que preguntarme hacia donde iba, seguro a comprar una felicidad de dos.

¿Y los elefantes azules?


Cuando participo en el ritual de vivir, observo la transformación de mi cuerpo muy lejos de mi alma, soy un pretexto caminando a ritmo y atropellando insectos.
La idea taladrante idea de las manos precisas a distancia insospechada me produce escándalo individual, deberé permanecer viva entonces.
Continuar con la sinfonía sin emitir ruidos penosos de ira y desgano como aquellos, esos que rompieron tus vidrios, incendiaron el bosque y acabaron por separarnos.
El deleite de los humanos no me complace hoy, nunca y siempre, aprender a fingir capítulos nuevos, inesperados y emocionantes a sido y siempre será un trabajo extra que intento cobrar fuera de planilla (como todo lo que existe, antes, alrededor y después de ti).
Hablar del “siempre” me imposibilita seguir viviendo, no podré permanecer así por mucho tiempo, el desgaste de energía que me requieres me enferma de nauseas, espejismos, me enciende de fiebre azul.

Por cierto, y los elefantes azules?.