domingo, 29 de marzo de 2009

Queria un violin


Queria un violin, y termine tocando una lira vieja, que sonaba como los dioses pero oxidaba mis manos con sus fierros, dañaba mis ojos con su fallido color.

jueves, 27 de noviembre de 2008

Lucía

Todo por tu amor Lucía, tuviste que irte.
Nunca conociste el sabor del atún y jamás te enteraste de los agujeros blancos.
Y ni que decir del pescado Lucía, te morirías ( denuevo)
si lo hubieses conocido.
Dos canciones, un vaso de leche y
una adormecedora inyección para ti mi dulce Lucía.
Quiza en otra vida seas mas humano que bigotes Lucía.
Quiza en otra vida nos choquemos y hasta comentemos Lucía,
pero ojalá nos besemos.
ojalá nos besemos mi tintineante Lucía.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Sin detalles


Cuántos lunares deberé contarte para pensarme individual sobre ti y marcharme tranquila, que tipo de arma deberé comprarme y a cuántos deberé dispararles, cuántas veces deberé escupir malosamente hacia el suelo y a cuánto de distancia, cuántos piropos dichos deberé anotar en una lista para colocar bajo la puerta de la casa de tus amantes, y cuantos abrazos calientes serán suficientes para ganar la batalla?.
Y no importa si ahora estoy enloqueciendo ( denuevo) mañana pasará o quizá en dos días ( como siempre).

jueves, 24 de julio de 2008

Uva tú

“La gente se encuentra en el camino si Dios quiere linda, no te preocupes so alegría”.- decía usualmente, mientras que, por lo general, me envolvía con las frazadas- que como él decía- eran inoportunas y ridículas pues siempre insistían en arruinar algún momento bajo ellas, desordenandose, dejando calar en los huesos el fulminante frío, o aplastando nuestras mejillas con su peso, totalmente necesario, evitando que el aire llegue a nuestros pulmones, trayendo como consecuencia la interrupción de todo lo demás.
Ojos de uva, mis pies deberán esperar una fecha no precisa, no existente para pretender emborracharse mientras danzan con el vino que me resultas después de zapatear un buen rato.
Uva amarilla, hoy pasé por "tu casa" que a veces fue "mía", hoy te quise denuevo y con mucho amarillo, corriendo imaginaria y escandalosamente por las líneas que la vida puso en los bordes de tu boca, sobre todo cuando reías, mientras contaba cada uno de tus años.
Te dije que tus uvas estarían en mis letras algún día, quiza los numeros del dia en que naciste me sean olvidados y nadie me invite a tu boda un día de sol.
Ojos de uva amarilla, otros vinos menos amarillos también están de fiesta, deberé emborracharme exacta como lo requiere la ocasión, y ebria de amor confesar como todos los ebrios, que mientras mis organos funcionen lo único que quiero es que vuelvas tú.

lo profundo de mi amor


Lo profundo de mi amor.


(Cursi hasta la verguenza - ayer fue 23 y antes de eso 22, ya lo olvidaste?- talvez olvide el 7 y me coma un 2. Aún no. Llegue a tiempo para recordártelo).

jueves, 17 de julio de 2008

Ella

Ella me contó, con el rimel chorreando sobre sus pestañas y la cerveza desbordándose entre las comisuras de su boca, que alguna vez perdió un hijo y que trató de matarse el día de la madre para solo conseguir dormir 5 días seguidos.
Ella me dijo, con el poco talento que posee para no caerse de la silla después de haber tomado mas de 5 cervezas, que la música era alegría, y que amaba ( al igual que yo) el pecho sobre el pasto tibio y el sol calentando su espalda.
Ella me gritó, que no regresaría en lo que le quedara de vida y me dio permiso para escribir sobre ella, siempre y cuando no diga su nombre verdadero, ese que me menciona alteradamente cada vez que, por costumbre, la llamo por el falso.
Ella me susurró, tratando de ordenar con los dedos su cabello sucio, producto del humo y el sudor producido por el baile de la noche anterior, que el abismo tenia nombre y llevaba su apellido, “el verdadero “Natalia” el verdadero, te lo digo solo a ti, que sabes tanto como yo de verdades, a ti, que me conoces tanto, tanto como te conozco yo”.

lunes, 14 de julio de 2008

Natalia denuevo


No hubo espacio para otro fin de semana por meses sin calma, sin bulla, sin gente chocándose como átomos enloquecidos, sin alcohol alterando el mundo, siempre de mejor manera (al menos para mí).
¿Por qué apareciste justo ahí Natalia?, justo en ése momento, entre las burbujas y el humo de aquella casa repleta, un sábado por la noche, esa que alquilé para adquirir la felicidad por menos de un día, pero cómo iba a encontrarla si estabas ahí?, ¿Acaso no pensaste en eso? ¿Acaso no pensaste un poco en mi, y en las ganas de no tenerte nunca para evitar volverme un poco mas loco denuevo?.
Por primera vez mi cuerpo prescindió del humo y los alucinógenos para contemplar lo que creía incontemplable en el estado natural de la vida, y todo gracias a ti Natalia, que me rescataste de mi mundo sucio e irreal aunque sea unos días, que resultan pocos pero suficientes para toda una eternidad; entonces podré decir que viví unos días, y desecharé de mi mente ese absurdo chance que pensaba proponerle a Dios cuando estuviera en las puertas de quien sabe donde, y en realidad con quien sabe quien, para regresar a vivir a la tierra porque solo eso me faltó en la vida.
Pero Natalia me hizo desistir de esa idea, entre otras, samaqueó mi cama, vació mis cajones, compró cortinas claras, decidió que por primera vez me alimentara de comida, que bebiera agua y realidad (como mínimo tres litros al día), y que ahorrara el dinero del alquiler de aquella casa de los fines de semana para ser feliz, y lo usara para nuestra felicidad de dos, porque esa casa no tenia que alquilarla y a ella tampoco.
Y yo solo la miraba, quería seguirla a todos los lugares a donde iba, quería padecer de insomnio para no desperdiciar un solo momento de la noche durmiendo cuando podía contemplarla, y Natalia, siempre tan despeinada, tan ordenada; ella peinaba con eterna dulzura mis cabellos enredados y mi vida mas enredada aun, ordenaba mi casa, mi armario, mi agenda, mi calendario colgado en la cocina de hace 2 años atrás, y mi vida, mas desordenada aún, mas desordenada que mi cabello. Aún.
Pero Natalia siempre andaba apurada, siempre perfecta y ordenada, siempre andaba muy normal, quizá por eso ya no me quiso, mi imperfección poco apurada, mi desorden y mi anormalidad habitual terminaron por ahuyentarla un día, quise excusarla de mil maneras; quizá se le perdió el peine y le dio vergüenza aquella irresponsabilidad tan poco apropiada de su parte, quizá no encontró las cortinas cremas y baratas que buscaba ese día en el centro comercial, quizá recibió una carta urgente de alguien que decía: “inmediatamente” , entonces en ese inmediatamente tan forzoso no pudo haber tiempo para despertarme y lamentar la vida un rato como solíamos hacerlo siempre con un largo abrazo, quise cogerme de la ultima opción que se veía un poco mas apropiada para el perfil de Natalia; se sintió apenada de no poder cumplir con uno de nuestros rituales de corta despedida y desazón por los acontecimientos tan egoístas e independientes de la vida que nos arrastraban como títeres, y se fue mas triste. Aún denuevo.
Pero no hay que ser demasiado listo o normal para entender que si después de un mes y medio alguien no vuelve y tampoco escribe, tomando en cuenta que conocía tu dirección mas que tu mismo, no volvería mas, pero como yo no soy ni demasiado listo, ni demasiado normal me tardé 3 meses en entenderlo. Al segundo mes encontré el peine en uno de mis cajones, a los dos meses y medio todavía tenía la jarra de tres litros de realidad, mas no de agua, absolutamente llena; a los dos meses recordé aquel lugarcito al sur de la ciudad que alquilaba con el dinero de mi comida y mi bebida (realidad) para ser feliz un rato y decidí ir, pero no pude ser feliz por alguna extraña y aun desconocida razón, me dispuse volver temprano a casa pero recordé que Natalia no estaba dentro de la felicidad de dos que compramos para decorar la casa en lugar de la felicidad de muchos en ese lugarcillo .
Lo que no supe nunca es que Natalia prefería ser feliz en colectividad; ella intentó curarme, reacomodar mi casa, mi vida, mi cabello, porque era mucho mas fácil hacerlo con uno que con muchos a la vez, y porque en realidad me quería, y solo eso.
No tuvo que decirme nada cuando la vi, las luces parecían traslucirla desconocida, en un compás absolutamente desafinado con su cuerpo, pagando su alquiler para ser feliz por unas horas, no tuvo que decirme donde había dejado el peine y quien le había mandado esa carta con el “inmediatamente” que no existía; solo quería preguntarle a donde iba siempre tan apurada, como si le faltara algo mas que hacer, quería preguntarle si no le dolía la cara de tanto que la había mirado por las noches de forzoso insomnio, quería preguntarle si eran 3 o 4 litros al día, quería que me anotara en una servilleta la dirección del lugar donde compró la felicidad para dos y las cortinas baratas; pero ella me miró como si hubiese cumplido con conocerme, me miró sin pena ni vergüenza, me miró como un rompecabezas ya armado, me miró como libro terminado y entendido, me miró como examen del mismo libro aprobado con la mayor calificación, y yo no pude decirle nada, desapareció tras el humo, por la puerta, acompañada de un chico encorvado y ojeroso, no tuve que preguntarme hacia donde iba, seguro a comprar una felicidad de dos.

¿Y los elefantes azules?


Cuando participo en el ritual de vivir, observo la transformación de mi cuerpo muy lejos de mi alma, soy un pretexto caminando a ritmo y atropellando insectos.
La idea taladrante idea de las manos precisas a distancia insospechada me produce escándalo individual, deberé permanecer viva entonces.
Continuar con la sinfonía sin emitir ruidos penosos de ira y desgano como aquellos, esos que rompieron tus vidrios, incendiaron el bosque y acabaron por separarnos.
El deleite de los humanos no me complace hoy, nunca y siempre, aprender a fingir capítulos nuevos, inesperados y emocionantes a sido y siempre será un trabajo extra que intento cobrar fuera de planilla (como todo lo que existe, antes, alrededor y después de ti).
Hablar del “siempre” me imposibilita seguir viviendo, no podré permanecer así por mucho tiempo, el desgaste de energía que me requieres me enferma de nauseas, espejismos, me enciende de fiebre azul.

Por cierto, y los elefantes azules?.

sábado, 12 de julio de 2008

Cachetes


Me gustan los besos en la mejilla, a la cual prefiero llamar cariñosamente “cachete” imaginando un montecito elevado bajo mis ojos redondos mientras lo recibo y siento como un cohetecillo estalla levemente haciendo caer mis párpados por un momento para morirme de risa por dentro.
Me gustan los besos en la mejilla, son como explosiones pequeñas de una flor de pasión a la que se le cayó un pétalo pero sigue siendo la más hermosa.
Me gustan los besos en la mejilla, la suave excitación de la mano apartando mi cabello desordenado de la zona indicada como preámbulo a ese dulce sabor.
Me gustan los besos en la mejilla, no importa si no soy propicia para toda la noche, o si mi mano no es digna de cogerse para cruzar la calle al salir.
Me gustan los besos en la mejilla, aunque los apasionados se molesten y tengan que esperar, aunque un baño de agua fría sea el término del suceso.
Me gustan los besos en la mejilla, y podría prometer comer más carbohidratos al día para hacer que mi montañita crezca, si me prometen abrir el sleeping, extender los brazos alrededor de ella y ponerse a soñar.

viernes, 11 de julio de 2008

Jugando...


Juego a ser ella todos los días después de las 9, siempre con frío, a veces un poco antes, solo cuando la ocasión lo requiere, claro está.
Guardo sus ojos y su peinado en una bolsa junto a la cama que siempre resulta mas fría y desatendida que el día anterior, gracias a mi habilidad a desordenarlo todo (incluso ahí), y su alma en el bolsillo pequeño de un canguro azul, junto a un poco de marihuana, que nunca será mala del todo, ni para ella, ni para mi.
Me envuelvo de frío llegando las 5 de la tarde, y a las 7 de la noche quizá hasta me den ganas de vomitar. Al llegar las 9 , reduzco mi cerebro al tamaño de una nuez e intento conocer las canciones de moda y celebrar los chistes retartados acompañados con aplausos escandalosos y risas sonoras, ademanes desatinados y bocas abiertas enérgicamente, bocas a las que, sin ser dentista de profesión, puedo llegar a pronosticar días enteros sin roce ni fuerte ni leve del cepillo y la pasta dental, deberé pedirles que cierren la boca cuando estén frente mío, y permitir que me cojan un poco mas que la cintura, recordando con casi desesperada alegría que existen las duchas calientes, que el jabón de tocador siempre será barato y que al día siguiente podré ducharme todo lo que sea necesario y lo que el interminable frío y mi indecencia me permitan durar.
Olvido las reglas del juego por un momento, y me pierdo absorta, casi jocosamente, llevaba por esa “alma periodista” que algunos solemos tener, por sus movimientos toscos y ridículos. “Quizá en este pueblo tener ritmo no sea una condición humana” – pienso sin muecas en el rostro- “Quizá su madre nunca les cantó una canción de cuna antes de dormir” o quizá, y solo quizá, no les interesa en lo mas mínimo el quedar bien ante los espectadores mediante el baile, si todos al unísono saben que esa noche son dueños del mundo, de ese mundo comprimido en esa habitación decorada con la chimenea encantadora que nunca prende a pesar del frío, que son dueños de todo lo que hay dentro de él, incluyendo a mi.
De pronto alguien me despierta del letargo con un leve apretón en el brazo, es alguien que desea averiguar las dos principales cosas sobre mi esa noche: mi nombre ( tema secundario para los dos pero elemental para iniciar una conversación), y si esa noche podré “acompañarlo“ para “divertirnos” un rato ( tema principal para los dos y primario para iniciar una transacción) siempre en plural claro, porque somos dos, y porque no importa si yo no me divierto, si detesto su olor a trabajo de todo el día, si odio como ríe mientras aplaude estruendosamente con las manos para terminar de celebrar la gracia ( y lo repito porque, cabe resaltar que detesto ese ademán), que como siempre le hace gracia a todos menos a mi.
“Como te llamas?”- pregunta y, como siempre, por un par de segundos me quedo en el hilo de la nada hasta que logro recordar el juego y soltar sin mirar a los ojos ( siempre): "Natalia, me llamo Natalia", él me dice su nombre, el que realmente a la media hora no logro recordar, cosa que por primera vez deja de apenarme, empiezo a agradecer mis dependencias, esas que hicieron de mi memoria un hilo en el que no todos pueden pendular, entonces nos sentamos en alguna mesa, para que quizá me de una palmadita en la pierna “para romper el hielo” o pase su brazo torpe sobre mi hombro, justificando que hace mucho frío, y que es mas que seguro que necesito un brazo grande, masculino y fuerte para aplacar esa tortura nocturna que la naturaleza nos dispara.
Aquí no importan los bostezos, las miradas hacia otro lado o la mano que retiene el acercamiento mas de una vez, todo es parte del encuentro, quizá me vaya a dormir temprano esa noche, quizá tenga que soportar que tome incansablemente, mientras que para mi también mala suerte olvida por un par de horas que lo único que quiere conmigo es un revolcón y empieza a recordar que sus días son llenos de soledad, que hace 15 años una mujer con los ojos mas lindos del mundo y el corazón mas duro del mismo lo dejó para no volver a enamorarse jamás, quizá llore mientras yo debo esperar instrucciones del superior para dejarlo cuando pase de ser cliente apto- para- sacarle- dinero, a cliente no apto – inservible-sin dinero.
Igual el juego aun no termina, quizá mañana alguien te quiera hombre cuyo nombre no recuerdo, quizá mañana tengas mejor suerte y yo también, mientras tanto podré salir tranquila a ducharme todas las horas que mi desparpajo lo permita en los baños que alquilo para tener privacidad y agua caliente, pues si nos encontramos por la calle probablemente no lo recuerdes, y si es así y llegas a gritar mi nombre, quizá en lugar de no voltear, como es seguro sucederá, por educación y consideración deberé decirte que ahorres las letras de mi nombre falso por ahora, que voltearé inconscientemente después de las nueve y quizá me vuelva a reír contigo y de ti, que por ahora no me sirves, que el libro lo escribo en las mañanas después de la ducha, es cierto, pero que por ahora me bastas, que quizá mas tarde hagas alguna nueva “gracia” que me haga pensar en ti largos minutos al día siguiente, deseando ( claro está denuevo) no volver a verte jamás.